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LA VIDA REGALA UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD.

 

Cada viernes un grupo de mujeres se reúnen en el atrio de la iglesia de la candelaria en Medellín, todas con algo en común: son madres víctimas del conflicto armado vivido en Colombia desde hace ya varias décadas. Entre ellas se encuentra Martha Pérez una yarumaleña que llego a la ciudad de Medellín con sus cuatro hijos en el año 1987 con la esperanza de encontrar una oportunidad de salir adelante.

Martha ha sido víctima en dos ocasiones del conflicto armado, la primera experiencia le dejo un desplazamiento y la segunda la desaparición de un hijo del cual aún no se sabe nada. Esta mujer que aparentemente refleja tanta timidez y tranquilidad, lleva a cuestas historias desgarradoras ocasionadas por lo que ella misma denomina “una guerra que no es nuestra”, una guerra que deja cada día familias destruidas, y que irónicamente son las personas del campo como ella las que tienen que pagar con sus seres queridos la pugna entre guerrilleros, paramilitares y gobierno.

Pérez llego a Medellín después de quedar viuda de su primer esposo y padre de sus cuatro hijos, el cual fue asesinado en Yarumal Antioquia; aunque en su momento no lo vio así, hoy en día después de muchos años Martha dice con seguridad que este fue un desplazamiento ya que para ella el asesinato de su pareja indicaba una advertencia que decía que tenía que dejar su pueblo si no quería poner en riesgo la vida de sus pequeños hijos o la de ella misma. Al llegar a la ciudad compro una casita en el barrio Zamora con un dinero que su ex esposo le había dejado, allí se instaló con sus cuatro hijos y comenzó a buscar un trabajo para poder sostenerlos. Con vergüenza y lágrimas en el rostro esta madre que hoy en día es una mujer dedicada a su religión, relata cómo trabajando en bares pudo sacar a sus hijos adelante, y como en esos mismos lugares que le causaron tantas noches amargas pudo encontrar de nuevo el amor en un hombre que hasta el día de hoy permanece a su lado. 

Después de dejar atrás la vida de los bares gracias a su actual esposo quien la empleo en su microempresa, Martha Pérez comenzó una nueva vida que pintaba mucha tranquilidad, hasta que el día jueves 3 de noviembre del año 2005 el conflicto armado volvió a tocar a su familia, esta vez era su hijo quien hoy en día tendría 31 años. Él había pertenecido a los paramilitares en su momento pero después de un tiempo y para reivindicarse había decidido entrar al ejército porque según él así podría limpiar su nombre, aunque para su madre fue esto lo que desato su desaparición, ya que después de que los paramilitares se enteraran de que él pertenecía al ejército lo mandaron a llamar para que volviera a yarumal, y aunque ella le suplico a su hijo que no se fuera él se empecinaba en que debía hacerlo, que era lo mejor que podía hacer. Después de un mes y medio el 28 de diciembre del 2005 se tiene al fin algunas noticias del paradero del hijo de Martha, fue del ejército que la llamaron a contarle que su hijo había aparecido muerto en el sur de bolívar, que era ella quien debía de ir, ya que como él había desertado de ser militar era algo que ya no les competía a ellos, desconsolada se fue a buscar los restos de su hijo, pero al llegar a Medellín con estos se llevó la gran sorpresa de que a pesar de que junto al cuerpo se encontraban las pertenecías de su hijo, estos restos pertenecían a alguien que había muerto hacia cinco años, por lo cual era imposible que fuera él. Desde esta ocasión no se ha vuelto a saber nada acerca del paradero de su hijo, Martha por su parte aunque aún recuerda mucho a este ser tan querido por ella, trata de superar la experiencia de la mano de la fundación Madres De La Candelaria, con la cual a pesar de que no comparte muchas cosas como el hecho de llevar fotografías porque siente que se tortura viendo su imagen todo el tiempo, ha aprendido grandes cosas y siente que le debe mucho sus compañeras, otras madres que como ella han sufrido por el conflicto armado.

Aunque para Pérez es cierto que ellas como fundación le aportan a muchas personas a través de sus historias y experiencias de vida, cree que se debe tener en cuenta que cada vez las cosas se vuelven más difíciles, ella opina que el acuerdo de paz puede funcionar pero igual hay que estar preparados porque el país no está dispuesto a ser gobernado por la guerrilla quienes según ella no son los más malos del paseo, ya que para Martha son ellos quienes defienden a las personas pobres del campo, a las cuales ni los ricos ni el gobierno quieren aceptar o apoyar.

Hoy en día Martha Pérez le agradece a Dios, a la vida y a la fundación por que le han regalado una luz en su camino, desea conservar a su familia y aunque el recuerdo de su hijo quedara para siempre en su memoria, espera utilizarlo como experiencia para ayudar a personas que pasen por una situación similar, para que así puedan encontrar como ella una segunda oportunidad de vivir.

 

 

 

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